miércoles, 29 de septiembre de 2010

El Libro de Estilo

Rafael Díaz Arias publicó el pasado 18 de junio una reflexión acerca del Libro de Estilo de RTVE en su blog 'Periodismo global'. Hasta después de leer su artículo, no me había dado cuenta de lo necesario que resulta para el trabajador como para la empresa tener disponible un Manual de Estilo.
Aunque sólo sea para poder pedir responsabilidades al trabajador o echar la culpa a los superiores, el Libro de Estilo siempre está presente en todos los medios de comunicación. De hecho, en algunos casos (y apunto directamente a RTVE) no sirve para mucho más. Mientras que hay medios que actualizan constantemente algo tan básico para trabajar como es el Libro de Estilo de la empresa, otros no lo revisan más que una vez cada mucho tiempo y ni siquiera integran a los trabajadores en el proceso de revisión sopesando sus propuestas. En estos casos, el empleado no tiene constancia de los cambios a no ser que se informe por sí mismo, lo que, a la larga, disgrega a los profesionales que mantienen el estilo 'antiguo', de otros que aplican lo que aparece en el Manual.

Podría decirse que el Libro de Estilo es como la carta de presentación del medio, pero a lo bestia. En ese manual se recogen las características formales y de contenido que definen al medio. Hay quienes hablan de normas que imponen una conducta, mientras que otros opinan que simplemente son sugerencias muy recomendables, pero que no siempre son de obligado cumplimiento.

Uno de los aspectos más desconocidos y de los más discutidos del Libro de Estilo son las partes o capítulos en los que debería dividirse para poder organizar el contenido. Desde mi humilde opinión y conocimiento (sobre todo este último), hay aspectos fundamentales que considero imprescindibles en estos tomos; por ejemplo, la gramática (donde resultaría esencial una guía de topónimos) y no estaría de más dedicar un apartado al uso correcto del lenguaje, a la puntuación y a la ortografía, que se está perdiendo, en parte, debido al 'lenguaje chat o SMS'. Otro aspecto fundamental es la estética, o dicho de otro modo, las normas de medida que todos los trabajadores deberían de seguir para conseguir uniformidad en el estilo y formato de un documento.

Rafael destacaba con letras mayúsculas que le habían obligado a retirar el Libro de Estilo de RTVE del blog por considerarse un borrador con función interna; pero, si el Manual de Estilo establece la personalidad editorial y los valores del medio, ¿no es algo que debería estar a disposición del público?
Llegados a este punto, la polémica está servida: ¿Libro de Estilo; público o privado?
Hay opiniones para todos los gustos, pero mientras no haya regulación alguna que obligue a publicar o no los Manuales de Estilo de los diferentes medios comunicativos, sólo nos consolará saber que el resto del mundo conoce tampoco a esas empresas como nosotros.

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